domingo, 2 de septiembre de 2007

Rosario siempre estuvo cerca

Hace unos minutos se reconoció oficialmente el triunfo del socialista Hermes Binner como gobernador electo de la provincia de Santa Fe. Por primera vez en la historia argentina un candidato socialista se convierte en primer mandatario provincial.
Pero Binner no llegó solo, sino como líder del Frente Progresista, Cívico y Social, frente formado por socialistas, radicales y el ARI. El mismo ARI cuya cabeza, Lilita Carrió, se da la mano con López Murphy, lo que demuestra que para algunos derecha e izquierda no es más que la posición de los trampolines.
Soy socialista desde que tengo memoria, soy socialista a pesar de los socialistas, no olvido que Binner no se opuso al "proyecto K", ni sus coqueteos con el oficialismo, ni su historia, ni la incoherencia de base del Frente, ni... pero una parte de mí, posiblemente la menos racional, la que es aún una adolescente que jamás soñó con un socialismo en el poder a través de alianzas electorales con enemigos políticos, no pudo evitar una sonrisa.
Imagino que en la Casa Rosada esta manchita rojiza no alegró la noche. Es más fuerte que yo, mañana lo analizo, hoy me permito sonreir.

domingo, 26 de agosto de 2007

Ideología




Ideología, Suplemento de cultura del diario Clarín, ¿un error de tipeo? La e y la i están demasiado separadas para eso ¿¿no??


O será una nueva forma de ideología...

jueves, 12 de julio de 2007

La despedida

Era la meta desde el comienzo de la relación, aunque nunca lo hablaban y hasta evitaban imaginarlo. Sabían muy bien que el final había comenzado justo al principio. Encuentros y desencuentros, pasión y reproches.

-Te llamé y no estabas.
-Mi esposa se enfermó y debí llevarla al médico.
-No puedo llamarte siempre, ya sabés que mi esposo llega temprano .

Infinitas explicaciones que giraban siempre alrededor de la misma situación, y eternos intentos para frenar un final largamente anunciado. Miradas condenatorias, palabras sin futuro…


¿Hasta dónde llegamos con nuestros límites? Los vamos haciendo avanzar, en una acción desesperada por conservar dentro de nuestro territorio aquello que creemos poseer y que queremos conservar, sin ver que nos salimos del lugar donde estamos protegidos y entramos dentro de un “territorio de nadie“.
Detenerse a tiempo y volver al caudal es la opción más razonable, la que más cuesta y la que tomamos en última instancia, cuando agotados, nos damos cuenta que sólo corremos intentando alcanzar a alguien que nunca estuvo realmente allí para ser alcanzado.

La despedida se hace presente mucho antes de que nosotros reconozcamos que allí está, acechando implacable. Y cuando finalmente podemos sentirla presente, prolongamos, en engañosas maniobras y desesperadas acciones, ese momento.
Porque hasta el sufrimiento es, a veces, preferible a la nada.

lunes, 25 de junio de 2007

Atrapados sin salida

Cuando leí este anticipo, diez horas antes del cierre de los comicios, pensé que era lamentablemente cierto. Luego vi el comentario de Dark Tide, en el blog de Fede, " después de estas elecciones queda confirmado que, cuando dicen que los porteños somos unos pelotudos, en el 60% de los casos tienen razón" y, más allá de que no sé qué adjetivo usaría para el 40 restante, pensé que no era tan así la proporción, pero después vi que 1+ lo explica claramente. En ese punto decidí no leer más blogs, o no me quedaría nada por decir.

Algunos detalles me llamaron la atención a lo largo de la aburridísima cobertura mediática de la "decisión capital". La primera fue la llegada de Macri al sacrosanto acto de meter su sobre en la urna. Había visto ya la llegada de los demás candidatos, pero la de Mauricio fue un despliegue innecesario y desproporcionado de fuerzas de seguridad. No sólo lo flanqueaban los patovicas de turno (como a los demás candidatos) sino varios miembros de la Policía Federal, y un cordón de Gendarmería. Me pareció coherente con su política, pero muy simbólico que su tan repetida relación carnal con la democracia se produzca bajo la vigilante mirada de las fuerzas del orden.
En el mismo sentido también me "gustó" (por su coherencia) la frase que soltó la carismática Gaby Michetti cuando le preguntaron por los atentados contra algunas sedes del PRO: ya "haremos" la "acción política necesaria" y "no volverá a pasar". Me dio un poco de frío pensar cuál sería esa acción política, como para que se sienta segura de que nadie en el futuro tirará una molotov.
Luego, y esto a lo largo de toda la campaña, esa insistencia en que el PRO no agravia, no revisa el pasado, quiere reconciliarse con el pasado (demasiado repetida su negación al pasado, si fuese malpensada me preguntaría si no será que no tienen respuestas ante esas denuncias), una buena metodología de psicología inversa, más o menos como que me acusen de haber robado y distraiga diciendo que no respondo agravios porque yo no soy mentirosa. Más o menos como la cara de Mauricio (que, no olvidemos, es Macri) cuando dejó que durante varios minutos sus seguidores cantasen "es para Kirchner que nos mira por TV" y después, con gesto de reto de papá, los silenciase con un "no, eso no es PRO". Un muchacho de reacción lenta.
Me quedé un rato, el tiempo que mi estómago lo soportó, viendo los festejos, hinchas gritando “dale campeón” con algunas banderas de Boca (supongo que se trataría de algunos desvelados que aún continuaban festejando la copa), la pobre María con sus 90 y tantos años a cuestas y su sonrisa de “no sé qué pasa pero están todos felices, así que soy feliz” (ya usó una nena y una anciana, le falta salvar un gatito y bingo) y la música. Escuchar la versión roqueada del tema de Gilda “No me arrepiento de este amor” por Attaque 77 fue el punto final. Todos tenemos límites, y escuchar Attaque con la bandera de Macri fue el mío.
Escuché entonces a los sabios de costumbre, Antonio Laje (alguna ley debería prohibir que una voz como esa diga cosas como esas) apenas disimulando su felicidad, el patético Majul tratando de ser cauteloso pero jugado. Y todos, invariablemente, hablando del futuro del país, explicándonos que el triunfo de Macri es representativo de una surrealista realidad nacional. Que me perdonen mis porteños queridos, pero sólo la típica soberbia porteña puede generar esos análisis.
Cuando decidí que era más sano ver una película me dije que es una suerte que no sea porteña, aunque no dudo que habrá una pronta metástasis. Descubrí entonces que estaba casi deprimida, rayada, molesta, impotente, y que ¿¿¿prefería que hubiese ganado Filmus???. Por un segundo me asusté de mí misma. Por suerte me tengo a mí para volverme a la realidad
.

jueves, 31 de mayo de 2007

La edad de la dignidad

En libre asociación el último post de 1+ me trajo recuerdos de infancia.
Mi hermano menor nació con una malformación en su columna vertebral que, a medida que fue creciendo, le provocó problemas respiratorios al no permitir el libre desarrollo de sus pulmones. Desde muy chico sufrió intensos dolores y se sometió a cruentos tratamientos llamados "de tracción", hasta que, en su adolescencia, tuvo una cirugía reconstructiva que le permitió, y permite, una buena vida. En aquellos años el tratamiento no se realizaba en La Plata, mi ciudad, por lo que había que viajar a Buenos Aires una vez al mes, e internarse con él un par de días.
Mi mamá solía viajar unas horas antes para encargarse de todos los trámites previos (que siempre significaban horas de corridas de aquí para allá), y luego iba a esperarlo a la terminal de ómnibus, donde llegaba acompañado por mi papá, cuando podía pedir el día en su trabajo, o por una buena amiga de ambos.
Una mañana quien iba a acompañarlo enfermó, y mi papá se enfrentó a una situación complicada, no podía ausentarse a su trabajo, ni avisarle a mi mamá que viniese a buscarlo, en parte porque aún no se habían inventado los teléfonos celulares, en parte porque de todos modos no llegarían a tiempo. Yo tenía entonces doce años, mi hermano, siete. Mi papá me miró serio y preguntó "¿te animás a llevarlo?". Le respondí que por supuesto que me animaba, siempre que le dijera que me hiciera caso. Me sentí muy importante, y disimulé el pánico.
Llegamos a la terminal y mientras subíamos escuchando sus mil recomendaciones, que, hacia mí, se centraban en "no lo dejes mover mucho" (ya que le provocaba dolor), se acercó a hablar con el chofer del ómnibus. Exagerado, como siempre, le había explicado la situación, lo que me hizo sentir avergonzada porque yo ya no era una nena (quizás en ese momento había dejado de serlo) y sabía, o al menos suponía, que había cientos de chicos de mi edad que viajaban solos.
El ómnibus iba repleto, conseguimos un asiento para mi hermano, y yo me quedé parada a su lado. Durante el trayecto se detuvo varias veces, y la gente que seguía subiendo me fue empujando hacia atrás, por lo que sólo veía su cabeza que asomaba apenas por encima del asiento cuando el movimiento de los cuerpos entre nosotros me lo permitía. Mucha gente, al ver que iba atestado, elegía esperar al próximo.
En un momento vi que una mujer que para mis doce años era una anciana (ahora sé que no tendría más de sesenta) le hablaba. Me sobresalté un poco, pero no demasiado. Pocos minutos después volví a verlo, esta vez parado, mientras la mujer estaba cómodamente sentada en su asiento.
Comencé a empujar a todos hasta llegar a su lado y le pregunté enojada "¿por qué te levantaste?", él me miró entre asustado y confundido y respondió "no me levanté, la señora me dijo si la dejaba sentar en la punta y me empujó". Con mucha bronca y todo el miedo a cuestas, ya que estaba enfrentando a un adulto, le dije (de mal modo) "señora, salga, este asiento es de mi hermano". No me respondió, como si le estuviese hablando a alguien de otro planeta. Con más rabia le toqué el hombro y casi le grité "le dije que se levante, que acá estaba mi hermano". La mujer me miró sorprendida y ofendida y respondió "él se levantó, mocosa insolente". "Él no se levantó, lo sacaste" le respondí en el colmo de la mala educación (no se tutea a una mujer mayor). "Callate o llamo al chofer" me dijo tratando de bajar la voz porque demasiadas miradas caían sobre nosotros. "Llamalo, dale", le grité, esta vez con la intención de que él me escuche, lo que conseguí, ya que detuvo el vehículo y se acercó a ver qué pasaba.
Mis dotes diplomáticas estaban aún en pañales en aquella época, por lo cual mi explicación estuvo plagada de respuestas airadas a lo que la mujer decía, más que destinada a aclarar la situación. Que otros pasajeros se metieran a dar su versión no ayudó mucho. Comprendí en ese momento que el excesivo celo de mi viejo rendía frutos, el chofer nos "conocía", y sabía que mi hermano debía viajar sentado, y que por sí mismo no se sometería a lo que seguramente le provocaría dolor. Se lo explicó a la mujer, la cual cambió de expresión de inmediato, y mirándome amablemente dijo con voz casi cariñosa, mirando de reojo al resto del pasaje, "pero querida, me hubieras explicado sin enojarte".
En ese momento pensé por qué debía darle alguna explicación, de hecho ella había elegido subir a un ómnibus lleno. Hoy lo sigo pensando, ampliándolo un poco, hoy me pregunto qué le da derecho a alguien, tenga la edad que tenga, de abusar de ella, de usarla para apropiarse de los derechos de otros (sobre todo si ese otro es más vulnerable). Obviamente ver a una persona que por cualquier causa esté en inferioridad física respecto de mí, en una situación en la que yo puedo hacer algo, es razón para querer hacerlo, y agradezco a quienes lo hicieron cuando yo lo necesité, pero es decisión de cada uno, y no tiene ninguna relación con enarbolar el estandarte de la supuesta o real "indefensión" para exigir que el mundo les tolere todo. Y la vejez suele ser un estandarte.
Dicen, y la he visto con mudo respeto, que hay dignidad en la vejez, pero no creo que haya más que la que la persona tiene y tuvo en su vida. No se es digno por ser viejo, la dignidad no es un valor agregado a la edad. Quien fue indignamente abusivo a los cuarenta, seguramente lo será a los ochenta, a menos que haya crecido, además de avejentarse.

martes, 15 de mayo de 2007

Sólo un abrazo

Para Maun
El 15 de julio de 1993 decidí levantarme tarde. Mis cinco meses de embarazo venían un poco complicados, y el descanso era el consejo de todos.
Dicen que estar embarazada produce sueño, y esa mañana parecía que toda la tradición se empeñaba en expresarse. Entredormida escuché el timbre, y luego algunos sonidos que me resultaron extraños, pero conocidos. No le di importancia y seguí durmiendo. "Despertate" me estaba diciendo mi pareja cuando reaccioné, aún sin comprender por qué no me dejaba dormir. "Quedate tranquila, pero falleció tu papá" continuó. Tardé unos cuantos interminables segundos en entender esas palabras, y mucho más en comprender su significado. No tenía ningún sentido, si ayer habíamos quedado en ir al centro esta tarde...
Horas después mi cuñada se acercó a preguntarme si necesitaba algo. "Sí" le respondí "que ya sea el año que viene". Ya en ese momento sabía que sólo el tiempo tendría el poder de sanar. Me abrazó en silencio, y eso era lo que en ese instante necesitaba.
Trece años pasaron desde aquel día en el cual sentí que me habían amputado vida, hasta hoy, cuando el recuerdo es triste y dulce, cuando ya no angustia, un momento que aquel día creí que nunca llegaría, pero llega.
Una historia única, y repetida hasta el infinito en cada uno que enfrentó ese instante.
Y cuando somos el otro, el que no está viviéndolo, sabemos que las palabras no sirven, frases hechas, intentos burdos de decir lo indecible, y de estar, que sepan que estamos, cuando quieran, como quieran. Y cuando somos ese otro a veces no sabemos otro lugar desde el cual expresarnos que no sea el situarnos a nosotros mismos en él.
Un blog no es un espacio para decir cosas íntimas, o sí, qué sé yo, y qué importa.
Es el espacio que yo encuentro hoy, querida amiga, para decirte que estoy, aquí, a miles de kilómetros, pero cerca. Para apostar al tiempo, para asegurarte que aunque en cada uno es único, todos los que estuvimos en ese lugar alguna vez aprendimos que un día nos despertamos y ya no duele, se siente aquí, en la boca del estómago, pero el pecho ya no ahoga.
Para darte un abrazo a mi manera.
Sólo espero que llegue pronto tu "año que viene", cuando pensar en tu viejo te despierte una sonrisa ante el recuerdo de ese loco delirante que no aceptó ser anciano y prefirió recorrer la costa en una moto con sus casi ochenta años en el bolsillo.
Y mientras ese día no llegue, sabés que contás conmigo.

viernes, 27 de abril de 2007

Por el camino de Swann

Los recuerdos de la niñez no dejan de asombrarme, nunca podemos imaginar que ese momento de nuestras vidas quedarán grabados en nuestra memoria de las maneras más inesperadas.
Los olores son para mí un conductor directo a mi pasado más lejano, así es como cada vez que me llega el perfume de rosas, pienso inmediatamente en mi madre, en una escena concreta donde ella cuida con amorosa dedicación un rosal, de rosas "color ladrillo", como ella las llamaba y que infructuosamente busqué durante años para plantar en mi jardín, no sé si quería repetir o prolongar en mí aquella visión.
Lo mismo me pasa con el “olor a sangre de hormiga“….claro, algunos podrán creer que mis percepciones olfativas me están jugando una mala pasada, pero no es así; hace muchísimos años, siendo una niña pasaba horas jugando con mi hermana, mi fiel compañera de juegos, teníamos un jardín grande con paraísos y eucaliptus, nos trepábamos y corríamos y caíamos rendidas de cansancio sobre el césped, como ese día en particular, que sin darnos cuenta, caímos de espalda sobre un hormiguero y sobresaltadas y muertas de risa comenzamos a pisar a las amenazantes hormigas. De pronto las dos y al mismo tiempo sentimos ese olor dulzón y penetrante, nunca supimos qué era, pero en ese momento pensamos que era el olor de la sangre de las pobres víctimas de la matanza, así lo decidimos en ese momento y a pesar de no haber vuelto a hablar del tema ese olor se grabó en mi memoria.
Hace pocos años, en ocasión a una visita que hacía a mi hermana, salimos a pasear por un parque cercano a su casa, después de andar un rato y justo cuando nos salimos del camino para pisar el pasto, volví a oler el mismo olor, no era la primera vez que me pasaba, pero sí la primera vez en presencia de mi hermana, ella me miró y sin dudarlo me dijo "¿vos también sentís ese olor a sangre de hormiga??“… más de 30 años habían pasado y las dos guardábamos el mismo recuerdo en la memoria y volvimos a reírnos como aquellas dos niñas del pasado.
Porque el pasado no es un tiempo perdido, nuestra memoria guarda de las maneras más increíbles nuestros recuerdos y que a veces y de manera sorpresiva y arbitraria salen a flote para unirse a nuestro presente y como Proust en su obra, todo comienza con una taza de té y una magdalena para reavivar los recuerdos.

viernes, 6 de abril de 2007

Sin guardapolvo

La muerte de Carlos Fuentealba es algo que, lamentablemente, casi todos esperábamos desde que fue alcanzado por la bomba de gas lacrimógeno disparada a pocos metros, por detrás, al auto en el que se alejaba. Dada la gravedad de sus heridas es increíble que haya sobrevivido tantas horas. Lo que nadie esperaba, incluyendo a Fuentealba, es que un reclamo salarial provocase tan sangrienta represión y persecusión.
A partir de su muerte comienza una nueva etapa cargada de culpas, excusas, oportunismo y movilizaciones.
A pocos minutos de la noticia de su muerte recibí un mail, un reenvío masivo sin firma responsable, en el cual se convoca a las marchas en repudio. Hasta allí, perfecto. El texto aprovecha para cargar las tintas sobre Kirchner por su responsabilidad por acción u omisión en la Ley Federal de Educación, y en la de Financiamiento Docente. Y allí es donde las aguas se enturbian.
Que Kirchner es parte responsable por la situación docente, por la continuidad de esa situación, no hay dudas, pero la represión y asesinato de Fuentealba están por encima del reclamo docente.
La represión fue ordenada por el gobernador neuquino Jorge Sobisch, a una policía provincial con un amplio prontuario por violencia y asesinato. La muerte de Carlos Fuentealba no es una cuestión docente.
La convocatoria termina con una consigna (que más parece una orden) que dice "los docentes deben concurrir con guardapolvo". Soy docente y no pienso ponerme ningún guardapolvo cuando vaya a repudiar el asesinato de un trabajador en una marcha. Que se trate de un maestro, albañil o enfermero es irrelevante. No es un reclamo gremial, va mucho más allá.
Las marchas docentes por reclamos docentes no deberían mezclarse, y no me interesa el espíritu de cuerpo ante este asesinato.
No es la primera víctima de la represión policial, y lamentablemente no tengo ninguna esperanza de que sea la última, ni que sus responsables políticos sean condenados. Quizás, porque es necesario, el asesino a sueldo que disparó el cuasimisilazo que destruyó la vida de Fuentealba, y su familia, sea identificado, y castigado públicamente, para que "veamos" que hay justicia.
Ojalá nadie vea que allí terminó la justicia. Ojalá nadie olvide quién dio la orden.

martes, 3 de abril de 2007

No creo en casualidades

No creo en casualidades, siempre lo digo aunque muchas veces me encuentro envuelta en situaciones en donde me queda más cómodo creer que lo son.
Tampoco es que piense que al no haberlas, entonces todo está escrito en un gran libro del destino y que a esta altura se debe haber convertido en la memoria de una gigantesca computadora en manos de algo así como Bill Gates (y así nos va) o en manos de un ser supremo (y así nos va).
Me niego rotundamente a darle validez a un horóscopo o aceptar que mi destino está marcado en la palma de mi mano o cuanto método haya que me aleje de mi propia decisión.
Cuando decido confiar, cuando involucro mis sentimientos, o tomo determinaciones , pienso en las consecuencias, y mucho más pienso en si seré fuerte para afrontarlas. Es casi imposible que actúe improvisadamente, para los que me conocen soy algo así como "previsible", para los otros soy una persona " centrada" o madura, no lo sé bien y creo que me interesa poco.
El hecho de actuar así hace que no deje prácticamente nada de espacio para esas casualidades de las que todos hablan y que a veces me hacen sentir como espectadora de situaciones irreales en donde no me siento cómoda porque no tengo el control (mi control).
En lo que creo firmemente es en que la vida no pasa delante nuestro y nosotros estáticos la vemos pasar, estaríamos muertos en ese caso, la vida "nos pasa" y, fuera de un bajo porcentaje de coincidencias, todo lo demás está en nuestras manos, somos los responsables directos y no me vale culpar al destino o a las casualidades por lo que me pasa ni de bueno ni de malo.

sábado, 24 de marzo de 2007

NI olvido NI perdón

A 31 años del inicio de la dictadura, pero no de la represión, la memoria sin justicia no alcanza.
Ningún acto, discurso o gesto puede hacernos olvidar que los asesinos están libres, que hay Nietos en la oscuridad porque no le facilitan a sus Abuelas el camino a su recuperación, que "Ni olvido ni perdón" no significa que el recuerdo es todo. La memoria activa es sólo el motor que impulse la justicia. Treinta mil minutos de silencio no valen lo que un genocida encarcelado en una prisión común, donde debe estar un asesino.
Que la memoria no se convierta en un nuevo Punto Final.

sábado, 17 de marzo de 2007

Leyendas urbanas

Aquí, en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, la Plaza Italia se fue convirtiendo, los fines de semana, en un punto de intercambio de perros y gatos. A ella acuden quienes tienen cachorros para ofrecer, y quienes están buscando alguno. Imagino que la presencia, los fines de semana, de la Feria Artesanal, tuvo mucho que ver, es un centro de reunión al que acuden cientos de personas.
Durante años este intercambio no estuvo regulado ni controlado por nadie, quien tenía un cachorro iba con él a la plaza, si alguien se ofrecía a adoptarlo se lo llevaba. Dependía de cada uno si le pedía o no algún dato al otro, de su nivel de conciencia respecto de la responsabilidad que tenía sobre esa vida.
Desde hace unos meses algunas asociaciones, como Todo perros -Todo gatos, se hicieron cargo de nuclear y establecer algunos requisitos y beneficios, como vacunación y castración gratuitos, y una suerte de contrato entre quien ofrece al animal y quien lo adopta que permite un seguimiento para controlar que esté siendo debidamente cuidado, y le permite a quien lo dio quitárselo a la persona que no cumpla.
Hace un par de años comenzó a circular una historia que muchos consideraban una leyenda urbana. Contaba las andanzas de una pareja, de unos cincuenta años, que cada fin de semana se llevaba varios perros y gatos, eligiendo a los más pequeños, no en tamaño sino en edad, sin distinción de razas, sexo o color, sólo interesados en que fuesen menores de dos meses.
Como toda leyenda urbana fue creciendo y cambiando de boca en boca. Pasó de ser una pareja a una red de parejas que formarían parte de alguna secta seguramente satánica, también una mujer anciana y su hijo, estudiantes de veterinaria disfrazados que los usarían para prácticas, científicos locos que harían algún tipo de experimento con ellos o quienes se los comerían.
Lo cierto es que aunque muchos hablaban de ellos, y siempre era un tercero quien los habría visto, no existía ninguna prueba de que no fuese más que una leyenda.
Cuando las adopciones comenzaron a nuclearse y algunas personas responsables de las mismas comenzaron a ir cada fin de semana a la plaza, conociendo la historia de la famosa pareja, apareció por primera vez un dato concreto. Un muchacho vio y reconoció a una pareja como quienes habían adoptado uno de sus gatitos el día anterior, los denunció ante los representantes de una de las asociaciones presentes y ellos a la policía. Fueron detenidos y se descubrió que llevaban en un bolso tres cachorros casi asfixiados.
Se trataba, efectivamente, de un hombre y una mujer de unos cincuenta años.
La leyenda urbana se convirtió en un hecho, y a partir de allí comenzó algo tan aberrante como lo que habrán hecho estas bestias, que no merecen ser llamadas animales, con los perros y gatos que durante tanto tiempo se llevaron: no habrían cometido ningún delito.
Adoptar a los perros o gatos que sus "dueños" ofrecían es perfectamente legal y no hay límite en cantidad. Que ninguno de esos animales haya sido encontrado, tampoco, ya que pudieron haberse escapado. Cuántos se llevaron en estos años, no hay forma de probarlo, y, a lo sumo, podría sostenerse la acusación de maltrato con testigos. Aunque no hay testigos de ese maltrato, sino que es lo que puede inferirse a partir de los animales que se habrían llevado. Pero nadie puede ser condenado por deducciones o inferencias, lo cual, aún frente a estos hechos, es una suerte. Y aún en el improbable caso de que esta acusación tuviese un fallo condenatorio, es excarcelable.
No hay nada que se pueda hacer, el hecho no fue siquiera considerado noticiable. La detención y liberación de estas personas pasará muy pronto a ser una nueva leyenda urbana. Y quizás muchos prefieran dejarlo así, después de todo no son más que perros y gatos. Pero, por las dudas, si alguna vez una pareja con un gran bolso gris les pide un cachorro, no se lo den.

domingo, 11 de marzo de 2007

El tiempo no para

Hace ya tres meses Maun me dijo "podríamos cambiar a la nueva versión de Blogger". "Podríamos" respondí "y de paso hacemos algunas modificaciones".
Se trataría de sólo un par de días, no tenía en mente dibujar píxel por píxel el blog, sólo peinarlo un poco.
Como mi habilidad con HTML se basa en ensayo y error, y error, y error, propuse inhabilitar el acceso público, "sólo un par de días". Aún no tenía claro qué era lo que iba a modificar, y mucho menos cómo hacerlo, por lo tanto no me gustó la idea de que alguien entrase y encontrara todo revuelto. Debe ser culpa de mi vieja, que cuando era chica me repetía "limpiá tu habitación, mirá si llegan visitas y ven este desastre". Para mí se resolvía fácil, ninguna "visita" iba a entrar en mi dormitorio, así que con cerrar la puerta era suficiente. Así que "cerré la puerta" mientras acomodaba.
Lo que no sabía era que la vida me iba a poner frente a una sucesión de pequeñas y no tan pequeñas trabas que me distrajeron del blog, de HTML y de mis puertas cerradas. Tampoco que Blogger me lo complicaría tanto, no sólo con su nueva sintaxis sino con sus constantes cuelgues.
La "facilidad" del nuevo Blogger se basa en una uniformidad disfrazada de libertad, ahora podemos configurar "libremente" nuestros blogs, siempre que no salgamos de los parámetros que nos dan. Claro que también hubiera sido más simple si supiera algo de programación.
"Tomate tu tiempo, tranquila", me dijo Maun una y otra vez, en un alarde de cortesía y generosidad, cada vez que le dije "mañana lo termino". Y cada vez que le expliqué que "mañana" tuve tal o cual problema.
Lo que Maun no supo es que a veces uno no se toma su tiempo, el tiempo nos toma.
Sinceramente, no sé cómo pasaron tres meses, casi siempre encontramos excusas, pero sabemos que lo son, que si hubiésemos querido, podíamos. A veces, simplemente, nos distraemos. A veces somos caracoles que se encierran hasta "curarse".
A veces, sin saber muy bien por qué ese día sí y el anterior no, salimos, y vemos lo que dejamos en el camino, lo que nos esperaba.
Ese día abrimos todo, aún si no terminamos de acomodar.
Sin excusas, sólo me queda pedirle públicamente disculpas a Maun por todo este tiempo, y a cada uno de aquellos que se hayan encontrado con la puerta cerrada cuando tuvieron la amabilidad de venir a visitarnos.