Aquí, en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, la Plaza Italia se fue convirtiendo, los fines de semana, en un punto de intercambio de perros y gatos. A ella acuden quienes tienen cachorros para ofrecer, y quienes están buscando alguno. Imagino que la presencia, los fines de semana, de la Feria Artesanal, tuvo mucho que ver, es un centro de reunión al que acuden cientos de personas.
Durante años este intercambio no estuvo regulado ni controlado por nadie, quien tenía un cachorro iba con él a la plaza, si alguien se ofrecía a adoptarlo se lo llevaba. Dependía de cada uno si le pedía o no algún dato al otro, de su nivel de conciencia respecto de la responsabilidad que tenía sobre esa vida. Desde hace unos meses algunas asociaciones, como Todo perros -Todo gatos, se hicieron cargo de nuclear y establecer algunos requisitos y beneficios, como vacunación y castración gratuitos, y una suerte de contrato entre quien ofrece al animal y quien lo adopta que permite un seguimiento para controlar que esté siendo debidamente cuidado, y le permite a quien lo dio quitárselo a la persona que no cumpla.
Hace un par de años comenzó a circular una historia que muchos consideraban una leyenda urbana. Contaba las andanzas de una pareja, de unos cincuenta años, que cada fin de semana se llevaba varios perros y gatos, eligiendo a los más pequeños, no en tamaño sino en edad, sin distinción de razas, sexo o color, sólo interesados en que fuesen menores de dos meses.
Como toda leyenda urbana fue creciendo y cambiando de boca en boca. Pasó de ser una pareja a una red de parejas que formarían parte de alguna secta seguramente satánica, también una mujer anciana y su hijo, estudiantes de veterinaria disfrazados que los usarían para prácticas, científicos locos que harían algún tipo de experimento con ellos o quienes se los comerían.
Lo cierto es que aunque muchos hablaban de ellos, y siempre era un tercero quien los habría visto, no existía ninguna prueba de que no fuese más que una leyenda.
Cuando las adopciones comenzaron a nuclearse y algunas personas responsables de las mismas comenzaron a ir cada fin de semana a la plaza, conociendo la historia de la famosa pareja, apareció por primera vez un dato concreto. Un muchacho vio y reconoció a una pareja como quienes habían adoptado uno de sus gatitos el día anterior, los denunció ante los representantes de una de las asociaciones presentes y ellos a la policía. Fueron detenidos y se descubrió que llevaban en un bolso tres cachorros casi asfixiados.
Se trataba, efectivamente, de un hombre y una mujer de unos cincuenta años.
La leyenda urbana se convirtió en un hecho, y a partir de allí comenzó algo tan aberrante como lo que habrán hecho estas bestias, que no merecen ser llamadas animales, con los perros y gatos que durante tanto tiempo se llevaron: no habrían cometido ningún delito.
Adoptar a los perros o gatos que sus "dueños" ofrecían es perfectamente legal y no hay límite en cantidad. Que ninguno de esos animales haya sido encontrado, tampoco, ya que pudieron haberse escapado. Cuántos se llevaron en estos años, no hay forma de probarlo, y, a lo sumo, podría sostenerse la acusación de maltrato con testigos. Aunque no hay testigos de ese maltrato, sino que es lo que puede inferirse a partir de los animales que se habrían llevado. Pero nadie puede ser condenado por deducciones o inferencias, lo cual, aún frente a estos hechos, es una suerte. Y aún en el improbable caso de que esta acusación tuviese un fallo condenatorio, es excarcelable.
No hay nada que se pueda hacer, el hecho no fue siquiera considerado noticiable. La detención y liberación de estas personas pasará muy pronto a ser una nueva leyenda urbana. Y quizás muchos prefieran dejarlo así, después de todo no son más que perros y gatos. Pero, por las dudas, si alguna vez una pareja con un gran bolso gris les pide un cachorro, no se lo den.