miércoles, 1 de noviembre de 2006

Destierro

En Atenas, 500 a.C. , cuando se juzgaba a alguien por algún delito, especialmente a políticos corruptos, el pueblo democráticamente elegía la pena a imponer. Entre las opciones que había, estaba enviar al delincuente al ostracismo, eso era mandarlo al destierro. Para muchos atenienses era ésta una pena más severa que la propia pena de muerte. Ellos, al igual que muchos otros, amaban su tierra y el sólo hecho de imaginar vivir lejos de ella los aterraba.
A Shakespeare se le atribuye la frase: “Exilio, es el otro nombre de la muerte”.
Hoy, 1500 años después, pensaba en cómo podría adaptarse esta práctica, qué hacer con tiranos que deben ser juzgados, dónde los enviaríamos, quién querría recibirlos? Cuánta gente tuvo que tomar su vida y unos pocos kilos de equipaje y dejar su tierra, autodesterrándose ....y cuántos no tuvieron esa posibilidad o no quisieron hacerlo y perdieron la vida sin haber tenido ni siquiera el derecho a ser juzgados.
A mediados del siglo pasado en España todavía se castigaba con el destierro, y en el caso de huída del “convicto” la pena recaía sobre la familia que padecía la confiscación de sus bienes y hasta el mismo destierro.
No puedo opinar muy profundamente sobre las experiencias ajenas, conocí casos de desterrados políticos que salieron huyendo sólo con lo puesto, y sin oportunidad de despedirse de sus seres queridos y que no volvieron nunca más a su tierra, nuestra tierra. También conocí otros que criticaron severamente a aquellos desterrados.
Yo no me fuí ni huyendo ni perseguida, y tampoco me siento una desterrada, la mía fue sólo una elección, sin embargo aún hoy, después de 15 años, sigo sintiendo la crítica malintencionada de algunos que me señalan como “la rata que abandona primero que nadie el barco que se hunde”, y no exagero, textualmente me lo han dicho más de una vez, y por más esfuerzos que haga siempre aparece alguien que critica y juzga. No sirven mis argumentos sobre que transmití el idioma y costumbres a mis hijos, ni que me mantengo en constante contacto con la actualidad de mi país, y por supuesto no sirve ser una de las mayores consumidoras de yerba mate de esta ciudad...siempre hay alguien que no entiende, o mejor dicho, no acepta, entonces a mi esfuerzo de integración en una nueva tierra, debo además esforzarme por conformar a no sé quién y no sé porqué en realidad, si yo sé muy bien quién soy, adónde pertenezco y dónde están mis raíces.

7 comentarios:

Chiru dijo...

maun
dolorosísimo tu escrito.
No importa quien lo diga, entiendo que quien lo dice, no lo dice de buena leche, como bien dijiste, malintencionadamente (y no merecen nunguna explicación)
Siempre dije que los "autoexiliados" por ponerle algún nombre a todos aquellos que deciden (y no a la ligera) dejar su país, tienen mi profunda admiración, porque si hubo que tener pelotas para quedarse, hay que tener muchas más pelotas para irse (yo no podría por ejemplo, no entra en mi alma el destierro)
Te mando un fuerte abrazo que derribe fronteras, y te acerco un mate

Cinzcéu dijo...

Siempre hay quien critica y juzga a los demás: contra eso ¿qué sentido tiene hacer algún esfuerzo por conformarlo? Me pregunto si está escrito en algún lado que la gente deba quedarse o irse de donde nace, elegir una opción u otra, emigrar o regresar o hacer lo que quiera.
Y hablando de "ratas", en todos lados hay demasiadas que se quedan en el "barco" al sólo efecto de hacer más difícil la vida del resto dictándole cátedra de moral y buenas costumbres.
Saludos.

Anónimo dijo...

El otro día leí un artículo en Perfil sobre un nuevo libro de Pacho O´Donnell y ahí contaba éste que Larrea, quien fuera vocal de la Primera Junta, allá en el Cabildo, aquel que recordamos de memoria, años después parece que metió la mano en la lata y lo penaron con el destierro. Años después de haber sido desterrado se suicidó. Hoy ese tipo de destierro no existe, existen otros como el tuyo, provocado por otros motivos.
Saludos.

Amarah dijo...

Tener juicios de valor no está mal, al contrario, no conozco a nadie que no juzgue, critique, opine (por suerte) y ese juicio habla más de quién somos que de los demás, pero el juicio de un idiota no es más que un juicio idiota, no vale la pena siquiera escucharlo. Si nos fuimos o nos quedamos es una decisión íntima, y a lo sumo sólo los involucrados en relación o afecto tienen derecho a una explicación.
Ah, y las ratas no se fueron, son las que hundieron el barco.
besos

Anónimo dijo...

Creo que eran distintos destierros, o una pena que ahora quizá no podamos llegar a comprender del todo, y que no tiene que ver con los destierros-exilios-expatriaciones-inmigraciones más o menos obligadas de ahora.
Cuando en la antigua Grecia, o Roma mandaban a alguien al destierro, lo sacaban de la civilización y, en la práctica, lo mandaban a batallar con poco menos que tribus de salvajes, y uno podía acabar esclavizado o muerto entre unas gentes ajenas para quienes quizá esa persona no valiera nada. Ni siquiera era como empezar de cero, sino de "menos mucho". Lo normal en esas circunstancias era durar poco vivo o libre.

ALCON dijo...

Hola!!

Creo que los políticos corruptos abundan por todos los países...

Un abrazo grande.

Luis dijo...

Yo tengo un amigo uruguayo que se fue hace unos años de Uruguay, porque tuvo una mala época económica, y no teniendo nada, viéndose a sí mismo sin futuro, vendió lo que le quedaba, tomó a su mujer y sus hijos, y se fue a México, luego a Estados Unidos, y terminó en España, donde, gracias a una formación técnica como programador trabajó en IBM cuando IBM era IBM (estuve trabajando hace años ahí en su casa de Martínez y salí espantado, no sabés lo argentinizado en el mal sentido que está esa empresa), ahora trabaja de mozo y hace changas laburando de albañil o pintor.

Es, creo, el destino al que nos lleva un cierto sino iberoamericano, donde se ampara lo más corrupto de la sociedad (se consienten las vivezas, se las alaba, se envidia a alguien que llegó a un lugar preponderante mintiendo, engañando, traicionando, etc).

Es cierto lo que contás de Grecia. No olvidemos que además, el exilio era perder cualquier derecho, era menos que los esclavos (¿por qué será que esas que llamamos grandes civilizaciones siempre inventaron -e inventan- castigos terribles para las personas, y a gran parte de ellas, las tienen en condiciones infrahumanas?), era un muerto en vida.

Y por h o por b acá en Argentina las cosas son así... Siempre con el dedito levantado, siempre juzgando, pero ante un Menem o un Cavallo que vendían el país... ¡los votaban! ¡los aplaudían! Y aún hoy los votan y los aplauden, cuando vendieron al país entero por sus propios intereses, de los cuales creo, nunca sabremos realmente qué los motivaba...

Y ante las situaciones de genocidio a que someten nuestros gobiernos a miles de chicos que mueren a poco de nacer por no poder alimentarse bien, o por las condiciones de pobreza extrema, de miseria abyecta en que se desenvuelven millones de familias... ¡ninguno de nosotros hace nada!

En fin, que no les des importancia, quería decir... aunque a veces cuesta...

Saludos y que andes bien