Sólo un juego
Así fue que una palabra llevó a la otra, y después de varias palabras sueltas, comenzaron las frases. Nunca esperó grandes demostraciones de interés, más bien lo tomó como un juego de parte de él...y si bien ella nunca jugaba a esos juegos, se animó a hacerlo, con la absoluta seguridad de no tener nada que perder y nada que ganar.
Un juego de dos, donde no había ni reglas a seguir, ni metas...parecía algo sin mucho sentido y menos futuro, pero había algo que la desafiaba, algo que la envolvía y no le permitía alejarse y sopesar los pro y los contras de involucrarse en algo tan incierto.
A medida que pasaban los días y se prolongaban los contactos, se fue dando cuenta de que el juego consistía en decir y al mismo tiempo dejar abierta la posibilidad de crear dudas, durante el primer encuentro se mostraron cuidadosos, prudentes, evitando mostrarse tal cual eran; prefirieron mantener delante del otro una imagen irreal, que les permita participar del juego sin arriesgar demasiado de sí mismos.
Un día mientras charlaban, y se enredaban y desenredaban en la conversación, él le dijo que la amaba, ella no supo si era parte del juego o le estaba confesando algo que arruinaría toda posibilidad de seguir jugando. Ella también sentía que lo quería, aprendió a querer cada una de las cosas que él le mostró, nunca se preguntó si eran verdad, o si jugaba en todo momento o si siempre había inventado todo. Nunca quiso reconocer que el juego consistía en perder en el otro todo lo que uno era...dejar que el otro absorba hasta la última gota de voluntad, de entereza y de dignidad, ella nunca reconoció que el único que había jugado era él y que ella no perdía ni ganaba, sólo era una pieza en su juego de diversión.
Claro que nunca la diversión es eterna con el mismo juego y las mismas piezas...por eso ella se sintió liberada cuando él empezó a perder interés y creyó que era su oportunidad y sin saber de dónde sacó la fuerza empezó a cortar los hilos, las cadenas... al principio se sintió caer como un títere que pierde poco a poco su sostén, se había equivocado al principio, no tenía nada que ganar y mucho que perder, pero lo intentó y lo logró.
Siempre quedan algunos hilos pero ella los maneja, y ya nunca acepta formar parte de un juego sin conocer sus reglas y menos ser el objeto en juego.
Un juego de dos, donde no había ni reglas a seguir, ni metas...parecía algo sin mucho sentido y menos futuro, pero había algo que la desafiaba, algo que la envolvía y no le permitía alejarse y sopesar los pro y los contras de involucrarse en algo tan incierto.
A medida que pasaban los días y se prolongaban los contactos, se fue dando cuenta de que el juego consistía en decir y al mismo tiempo dejar abierta la posibilidad de crear dudas, durante el primer encuentro se mostraron cuidadosos, prudentes, evitando mostrarse tal cual eran; prefirieron mantener delante del otro una imagen irreal, que les permita participar del juego sin arriesgar demasiado de sí mismos.
Un día mientras charlaban, y se enredaban y desenredaban en la conversación, él le dijo que la amaba, ella no supo si era parte del juego o le estaba confesando algo que arruinaría toda posibilidad de seguir jugando. Ella también sentía que lo quería, aprendió a querer cada una de las cosas que él le mostró, nunca se preguntó si eran verdad, o si jugaba en todo momento o si siempre había inventado todo. Nunca quiso reconocer que el juego consistía en perder en el otro todo lo que uno era...dejar que el otro absorba hasta la última gota de voluntad, de entereza y de dignidad, ella nunca reconoció que el único que había jugado era él y que ella no perdía ni ganaba, sólo era una pieza en su juego de diversión.
Claro que nunca la diversión es eterna con el mismo juego y las mismas piezas...por eso ella se sintió liberada cuando él empezó a perder interés y creyó que era su oportunidad y sin saber de dónde sacó la fuerza empezó a cortar los hilos, las cadenas... al principio se sintió caer como un títere que pierde poco a poco su sostén, se había equivocado al principio, no tenía nada que ganar y mucho que perder, pero lo intentó y lo logró.
Siempre quedan algunos hilos pero ella los maneja, y ya nunca acepta formar parte de un juego sin conocer sus reglas y menos ser el objeto en juego.