domingo, 27 de agosto de 2006

Sólo un juego

Así fue que una palabra llevó a la otra, y después de varias palabras sueltas, comenzaron las frases. Nunca esperó grandes demostraciones de interés, más bien lo tomó como un juego de parte de él...y si bien ella nunca jugaba a esos juegos, se animó a hacerlo, con la absoluta seguridad de no tener nada que perder y nada que ganar.
Un juego de dos, donde no había ni reglas a seguir, ni metas...parecía algo sin mucho sentido y menos futuro, pero había algo que la desafiaba, algo que la envolvía y no le permitía alejarse y sopesar los pro y los contras de involucrarse en algo tan incierto.
A medida que pasaban los días y se prolongaban los contactos, se fue dando cuenta de que el juego consistía en decir y al mismo tiempo dejar abierta la posibilidad de crear dudas, durante el primer encuentro se mostraron cuidadosos, prudentes, evitando mostrarse tal cual eran; prefirieron mantener delante del otro una imagen irreal, que les permita participar del juego sin arriesgar demasiado de sí mismos.
Un día mientras charlaban, y se enredaban y desenredaban en la conversación, él le dijo que la amaba, ella no supo si era parte del juego o le estaba confesando algo que arruinaría toda posibilidad de seguir jugando. Ella también sentía que lo quería, aprendió a querer cada una de las cosas que él le mostró, nunca se preguntó si eran verdad, o si jugaba en todo momento o si siempre había inventado todo. Nunca quiso reconocer que el juego consistía en perder en el otro todo lo que uno era...dejar que el otro absorba hasta la última gota de voluntad, de entereza y de dignidad, ella nunca reconoció que el único que había jugado era él y que ella no perdía ni ganaba, sólo era una pieza en su juego de diversión.
Claro que nunca la diversión es eterna con el mismo juego y las mismas piezas...por eso ella se sintió liberada cuando él empezó a perder interés y creyó que era su oportunidad y sin saber de dónde sacó la fuerza empezó a cortar los hilos, las cadenas... al principio se sintió caer como un títere que pierde poco a poco su sostén, se había equivocado al principio, no tenía nada que ganar y mucho que perder, pero lo intentó y lo logró.
Siempre quedan algunos hilos pero ella los maneja, y ya nunca acepta formar parte de un juego sin conocer sus reglas y menos ser el objeto en juego.

miércoles, 9 de agosto de 2006

Ayer hoy

Jueves, 22:30 hs, después de casi diez horas de trabajo lo único que quería era quedarme en la cama y terminar de ver la película que acababa de comenzar cuando sonó el teléfono.
"No voy a atender" me dije mientras levantaba el tubo. Del otro lado una voz femenina que parecía tener mi edad dijo "¿Podrías decirme si allí vive Amarah?". "Sí" respondí "vive aquí". "Ah, bárbaro ¿me pasás con ella?" continuó la desconocida. "Soy yo" dije y sin darme tiempo a preguntar quién era escuché un grito alegre y una catarata de palabras.
"No puedo creer que seas vos, soy Ana C. ¿te acordás de mí?". "¿Quién?" le pregunté tontamente. Sabía quién era, la pregunta sólo era un pedido de tiempo de mi mente para adecuarse, para buscar rápidamente en mi memoria, más de 20 años atrás, un nombre y un rostro que no formaron parte de mi vida en esas décadas.
"Ana C." continuó ella "la amiga y vecina de Gladys F., la que era novia de Rody ¿te acordás?". Sí, claro que me acordaba.
Estaba buscando algo en la guía telefónica cuando se topó con mi nombre y tuvo un "ataque de nostalgia", entonces llamó.
Las siguientes casi tres horas fueron un ida y vuelta, desde los recuerdos de adolescencia compartida al hoy, quién éramos y quién somos, y cómo llegamos a serlo. Por supuesto que cada 10' acordábamos que no íbamos a hablar por teléfono, que teníamos que encontrarnos para charlar frente a frente.
Los nombres empezaron a surgir naturalmente. "¿Te acordás de Ramiro? lo encontré en tal lugar hace tantos años...", "¿sabés algo de Andrea?", "al que veo siempre es a Marcelo...". Así empezamos a recomponer un rompecabezas olvidado, nombres que una u otra no recordaba, reencuentros con otros a partir del relato de cada una.
Reencuentros y cierres. "Ah ¿no te enteraste? se mató en un accidente hace como diez años", "se lo llevaron durante el Proceso, nunca apareció...".
Reencuentros, cierres y constantes. "Me casé y me separé", "yo también", y tal, y tal, y tal... Todos parecen haber pasado por un ensayo y error, un primer matrimonio o convivencia de pareja fallido. Quizás sea una característica generacional.
Buscamos inútilmente las razones de la separación del grupo, aquellos que estuvimos por años diariamente juntos, compartiendo tanta vida. Simplemente crecimos, seguimos viviendo, lo llamamos matrimonio, trabajo, estudio, pero simplemente fue crecer, como ramas en un árbol.
Horas después, tras pasarnos direcciones, mails, teléfonos, acordar que nos llamaríamos para encontrarnos pronto, asegurar que cada una le daría besos a quien aún veía, promesa mediante de decirle a su hermano que me llame y a mi vecino que la agregue en su MSN nos despedimos. Quizás nos encontremos algún día, quizás no.
Quizás sólo nos reencontramos un rato con nosotras mismas, con quienes fuimos, para entender mejor quienes somos.